Se considera que el Mindfulness tiene su origen en Kapilavastu, lugar que hoy día es frontera entre la India y Nepal. Allí, donde tantas enseñanzas orientales sobre el hombre y la consciencia han tomado forma para después propagarse por todo el planeta, parece que surgió esta práctica.
En el 1961 Thich Nhat Hanh, monje budista y activista vietnamita, llegó a Estados Unidos en calidad de exiliado debido a su oposición a la guerra. Ha sido un puente entre las enseñanzas del budismo y la conciencia plena en Occidente y a lo largo de su vida ha escrito numerosos libros que promueven el arte de vivir de manera consciente y en paz.
El Dr. Jon Kabat-Zinn, en el 1979, se propuso diseñar un programa de ocho semanas dirigido a pacientes que no habían experimentado mejoría a través de los enfoques médicos tradicionales. Su objetivo era enseñar las técnicas de meditación de atención plena, con el fin de identificar elementos terapéuticos útiles para el manejo del dolor crónico. En 1979 funda el programa de Reducción del estrés basada en la atención plena (REBAP) en un rincón del sótano de la Universidad de Massachusetts.
El Mindfulness emerge como una herramienta esencial para cultivar la resiliencia emocional, enriqueciendo nuestras capacidades psicológicas.
Tras conocer el budismo zen de mano de Philip Kapleau, y participar en retiros con Thich Nhat Hanh, se inspira en estas prácticas para organizar un programa completamente descontextualizado del marco religioso del budismo y el yoga. Se convierte así en el padre adoptivo de mindfulness en occidente.
El mindfulness, desde sus raíces budistas hasta su expansión en Occidente, ha evolucionado y dejado una profunda huella. En el presente, sus beneficios van desde la gestión de situaciones estresantes, la regulación emocional, la procrastinación, hasta la intervención de trastornos alimentarios, de personalidad, cáncer, enfermedad cerebrovascular y fibromialgia.